QUIENES SOMOS

La Iglesia Adventista del Séptimo Día, es una organización religiosa sin fines de lucro perteneciente a una iglesia mundial con más de 14 millones de fieles en el mundo.

Acción Humanitaria

Porque se interesa por los demás, particularmente por los más vulnerables, ya sea en tiempo de paz, debido a conflictos o a catástrofes naturales, la Iglesia ha implantado la red mundial humanitaria de ADRA (Agencia adventista de ayuda y desarrollo). ADRA ha abierto más de un centenar de delegaciones en el mundo, lo que le permite dirigir, cada año, miles de proyectos humanitarios.

Salud

Como el Evangelio invita a los creyentes a aliviar el sufrimiento físico de los demás, los adventistas desean promover una enseñanza práctica y equilibrada de los principios de salud y de su prevención. En el 2005, en más de 500 centros médicos, 97.000 profesionales (médicos, enfermeros…)  han dispensado sus cuidados sanitarios, ayuda y apoyo moral a sus pacientes.

Educación

Como el hombre es susceptible de ser perfeccionado y debe desarrollarse y debería de parecerse cada vez más a Jesús, la organización de la Iglesia ha puesto en marcha uno de los más grandes sistemas protestantes de enseñanza en el mundo: mas de un centenar de universidades y escuelas superiores, 1.357 centros secundarios y 5.300 escuelas primarias con 66.483 docentes en 2005.

Ética

Ya que la sociedad tiene que enfrentarse a muchos desafíos que requieren una posición ética, la Iglesia adventista organiza grupos de reflexión. Expertos (teólogos, científicos, médicos, psicólogos, educadores, etc.) se reencuentran periódicamente para estudiar la realidad de la sociedad y sus necesidades, aportando respuestas válidas a sus problemas. Los Centros de investigación y enseñanza bioética, repartidos por el mundo, publican regularmente sus trabajos. La Iglesia contribuye así, por sus declaraciones oficiales, a enriquecer el pensamiento cristiano contemporáneo.

Una Iglesia que comparte sus creencias fundamentales

Como son herederos de las enseñanzas de los apóstoles y del pensamiento de los reformadores, los adventistas comparten, con otros cristianos de tradición evangélica, las doctrinas esenciales sobre la divinidad de Cristo, la Trinidad, la autoridad normativa de la Biblia en materia de doctrina, la salvación por la gracia divina, la justificación por la fe y el bautismo por inmersión. Según la enseñanza bíblica, los adventistas consideran el sábado, séptimo día de la semana, como un signo de la gracia de Dios, su Creador y su Salvador.

 

Una iglesia que respeta la libertad personal

La adhesión a la Iglesia adventista no responde a la trasmisión de un saber, sino aceptando la persona de Jesucristo. Este compromiso se hace después de una formación seria y seguido de una decisión personal, libre y voluntaria. Se manifiesta por:

  • El compromiso personal de unirse a Jesucristo.
  • La aceptación de la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, como informe escrito de las alianzas entre Dios y los hombres, revelación de Dios hecha a los profetas y centrada en la revelación viva de la persona de Jesucristo.
  • El bautismo por inmersión. El creyente recibe de Dios la fuerza del Espíritu Santo. Acogido por la comunidad cristiana, el creyente se compromete a vivir su fe en la alegría del servicio en el seno de esta Iglesia.

Una iglesia que respeta a los demás

Los adventistas consideran que todos los hombres son iguales delante de Dios y rechazan todo sectarismo que pueda discriminar por motivo de raza, nacionalidad o creencia religiosa. Reconocen de buena gana que pueden encontrar cristianos sinceros en otras Iglesias y colaboran con todas las organizaciones que buscan el aliviar los sufrimientos humanos y exaltar a Cristo delante de los hombres. En 1925, veintitrés años antes de la primera Asamblea de Ámsterdam del Consejo ecuménico de Iglesias, la Conferencia General de los adventistas del séptimo día ha suscrito la siguiente declaración:

Reconocemos que cualquier proyecto que tenga por objeto elevar a Cristo a los ojos de los hombres, forma parte del plan divino para la evangelización del mundo, y tenemos en gran estima a los cristianos de otras confesiones, hombres y mujeres que se comprometen a ganar almas para Cristo. Reconocemos que la verdadera religión está fundada sobre la conciencia y la convicción. En consecuencia, velamos para que ningún interés egoísta o de ventaja temporal empuje a una persona a unirse a nuestra comunidad y que ningún lazo retenga a un miembro en nuestra Iglesia a unirse a una creencia o a una convicción que le permita, por este medio, encontrar una relación auténtica con Cristo. […] Si un cambio de convicción conduce a un miembro de nuestra Iglesia a no sentirse más en armonía con la fe adventista, le reconocemos no solo el derecho sino también la responsabilidad de cambiar su afiliación religiosa en función de sus convicciones, sin que por ello tenga que sufrir oprobio. Esperamos de otras organizaciones religiosas que manifiesten el mismo espíritu en materia de libertad religiosa.
(Conferencia General, Working Policy, 2004/2005, p. 496)